jueves, 9 de septiembre de 2010

LARRA-LARRAU 2010: Un día “electrizante”

Calambres, ¡qué forma más amarga de acabar un día tan bonito! ¡Qué horrible sensación de querer y no poder!

El día comienza pronto, muy pronto. Apenas son las 5 de la mañana cuando el despertador hace temblar mi mesilla. Sorprendentemente, hoy no me cuesta tanto como ayer levantarme…. Hemos decidido no ir a dormir a Isaba y pegarnos el madrugón. A las 6 he quedado con Jon (que gran compañero) en Alsasua. Así que es hora de ponerse en marcha. Por el camino, se nos empieza a bloquear la garganta, y es que el termómetro del coche llegar a marcar 3 míseros grados llegando a Isaba. Caprichos de estos dichosos microclimas. A la hora de la salida, los termómetros ya marcan 6, menos mal. El olor al masaje, la actitud de la gente, el café del polideportivo, todo hace que sólo tengas ganas de empezar a dar pedales.

A las 9 en punto se da la salida, y como casi siempre, se sale rápido. Ya en la primera cuesta se notan las “patas de palo”. La temporada toca a su fin, los kilómetros se van notando, y las piernas notan el esfuerzo de estar ya compaginando kilómetros de asfalto sobre la bici y enfundado en las zapatillas de “pateo”. A los pocos kilómetros de empezar a subir Belagua, Jon comenta que va a levantar un poco el pie, que la prueba es larga. Yo ya pensaba que nunca me lo iba a decir y me iba a llevar sufriendo desde tan temprano. Suavizamos un poco y nos metemos en un grupillo majo. Las vistas son impresionantes y conviene disfrutarlas. Sin apenas darme cuenta e impulsado por la magia de estos incomparables parajes, me voy un poco para adelante y coronamos el primer “colosillo”. En la bajada nos agrupamos, y en seguida nos chocamos –literalmente- con el primer muro de Isarbe. Jon va monitorizando todos los porcentajes. Isarbe marca picos del 15% -que no los marcará Larrau- y en incontables ocasiones pica 11-12% por casi kilómetros enteros. Terriblemente duro.

En una zona dura, intento engranar el 27 –mi bala de reserva, mi as en la manga- pero la cadena se va incomprensiblemente a los radios. Lo había usado en Agosto en mis excursiones a la Sierra del Áramo –más conocido como Angliru- y picos de Europa –Lagos- y todo iba bien. Me cago en todo, me da tiempo justo a sacar el pie y no caer a plomo, me ensució las manos y consigo arreglar pronto el sobresalto. Algunos compis apelan a la destreza de Andy Schleck al pasar. No puedo más que reírme de la situación. Poco a poco, vuelvo a coger el ritmo y llegar al grupillo con el que iba, ¿pagaré el esfuerzo? ¡Seguramente!. Arriba, coca-colita y meadita en el avituallamiento y al tajo.

Llega Larrau, nunca había subido desde tan abajo. En la Irati se sube desde el pueblo y te ahorras los primeros kilómetros que son de los que quitan el ánimo. Jon me “anima” cantando los porcentajes, 12, 13, 11. En el más duro, intento sacar otra vez mi as de la manga, sí, el 27, el que pensaba que no utilizaría, y la cadena otra vez a los radios. ¡Vaya marrón! Esta vez nos cuesta bastante más sacarla (la cadena de los radios). Perdemos bastante tiempo y la cremallera de un chubasquero. Jon, al puro estilo MacGyver, intenta regularme bien el cambio… En el avituallamiento del pueblo lo vuelve a intentar con un cuchillo prestado, así que entre su saber quéhacer y un poco de pericia consigo que no se vuelva a salir. Ahora él va bastante más suelto que yo –me empieza a pesar Isarbe- y le digo que se vaya para adelante. Le noto mucho más fresco, ha regulado perfectamente, y en estos puertos tan duros lo mejor es subir cada cual a su ritmo y encomendarse a la Santísima Trinidad para no acabar tumbado en la cuneta como se ven a unos cuantos…. Larrau y yo no somos nada amigos, no nos llevamos nada bien. La última vez me hizo sufrir mucho, llegué al final un poco acalambrado y con un dolor de riñones que me duró una semana. Esta vez subo más suelto, por desarrollo no iba a ser -34x27-, y me estoy quitando el mal sabor de boca de la última vez. ¡Qué ganas tenía de quitar ese mal recuerdo! Corono la interminable primera parte, se pasa el collado y empiezan los 2 últimos kilómetros. Mis peores preludios se hacen realidad y una ligera descarga me recoge toda la pierna, desde el muslo hasta el tobillo. Los fantasmas de la última vez me golpean de nuevo. Me pongo de pie, intento seguir, pero algún desequilibrado ha debido conectar una fuente de alto voltaje a mis pedales. No se me erizan los pelos de las piernas, pero todos los demás sí. Tengo que parar, sacudirme con el puño todo lo fuerte que puedo en ambos muslos, estirar e intentar seguir. Parece que sobreviviré, pero al kilómetro, alguien vuelve a encender el interruptor del voltaje. De vuelta a empezar el ciclo. A la mínima velocidad posible para no caerme hago lo que queda de subida. No lo entiendo, he entrenado mucho, con salidas largas y duras, y en toda la temporada no había tenido calambres. También es cierto que entre bodas, comuniones y demás compromisos, este año no había podido “disputar” ninguna prueba…. Hoy Larrau me ha vencido; la última vez habíamos empatado a los puntos, pero hoy me ha knockeado: Larrau 1-Roberto 1, pero esto no quedará así….Arriba está Jon, que en una lección de compañerismo y caballerosidad me está esperando, ¡qué gran tipo! Le habrá dado tiempo hasta leer el periódico…. Le cuento lo sucedido, me pone a su rueda y me lleva en carroza hasta Isaba. Por un momento me creo jefe de filas, eso sí, con mucha “chispa”….

Al final "piedra de oro" para los dos, pero con la sensación de poder haber bajado el tiempo en al menos 15-20 minutos. Jon se encarga de recordarme que ya no somos chavales, que el tiempo pasa y que lo importante es disfrutar… “Sí, pero…” me revolotea por la cabeza… Porque también es cierto que ese pequeño afán de superación, ese pequeño pique con el cronómetro, ese pequeño resquicio de competitividad -aunque sea contigo mismo- es lo que te ayuda a motivarte y salir en bici un día sí y al siguiente, si puedes, también. Le doy las gracias por su inconmensurable ayuda, nos abrazamos y nos “retamos” para una siguiente ocasión, si es posible con un tercer integrante de expedición con el que comparto apellido. Eso sí, en ese caso, ambos tenemos claro que bailaremos a distintos ritmos, y es que lo nuestro ya no es el reggeaton…