domingo, 5 de diciembre de 2010

MARATÓN DE DONOSTI-2010: Otra de Pinchazos

Normalmente, hacer las crónicas de los eventos deportivos en los que participo, es algo que apenas me cuesta, es más, disfruto haciéndolo. Pero en el caso de la maratón de Donostia de este año, es algo que he ido posponiendo -quizás inconscientemente- por no volver a recordar la experiencia, ya que como bien se dice, “recordar es volver a vivir”. Ahora que las heridas están más o menos curadas, no queda otra que “volver a vivirlo”.

Había entrenado bien, con muchos días largos pasando las dos horas, para evitar la sensación de vacío de hace dos años. Las series iban saliendo bien, y todo indicaba que con un día medianamente bueno podría, por fín, bajar de las tres horas (tampoco era mucho pedir). Sin embargo, los pinchazos que había empezado a sentir en los gemelos (los de las piernas, porque los otros también se quejan) en las últimas dos semanas, no eran –sin duda alguna- un buen preludio. La última semana, mis peores pesadillas se hicieron realidad; y en una salida ligera, uno de los gemelos (de las piernas) se plantó, empezó a chillar y dijo que no quería seguir. A través de mi buen amigo Mikel, consigo una cita de urgencia con uno de esos profesionales que hacen milagros con sus manos. Su nombre Iker Sarabia de Arrasate. A parte de correr los maratones por debajo de 2:45 tiene magia en sus manos. Me hace sufrir, me “electrifica” la pierna y me dice que descanse hasta el día D, tan sólo una sola leve sesión el día D-1. No hay mejor cosa que escuchar lo que uno quiere oír. Así que confíado y a por todas….

Madrugón el domingo con Javi, otro figura que además de quedar entre los diez primeros en los tres grandes y numerosos ultramaratones de montaña, corre los de asfalto por debajo de 2:45. Llegamos un poco justos a la salida, pues las tripas de todos los atletas se mueven por igual y está difícil conseguir número…. Nos ponemos cada uno en nuestro sitio, y llega sin duda el mejor momento del día: “Highway to Hell” sonando a toda caña por los altavoces, con un speaker entregado que nos hace cantar al unísono la cuenta atrás. Los pelos se ponen de punta, sin duda la dosis de adrenalina necesaria para salir caliente.

Los primeros kilómetros se me hacen muy duros, y hasta el 8 no me encuentro nada bien. Los nervios quizás se me han enganchado al estómago, y nos los he “soltado” del todo. Parece que las sensaciones mejoran y empiezo a ir a gusto, muy a gusto a partir del 10. En un grupo pequeño y recortándole a la liebre de las 3 horas que antes tuve que dejar marchar. ¡Pero qué poco dura la alegría en casa del pobre! En el 18, el primer cosquilleo en el mismo gemelo de la semana anterior. ¡Con todo lo que queda! No tengo más remedio que bajar el ritmo y dejar marchar al grupo en el que iba. Los fantasmas de la última vez, cuando me pasé casi la mitad de la carrera sufriendo, galopan de nuevo por mi cabeza. Me digo que esta vez no, que al pasar por el Estadio me meto en la ducha. En el fondo creo que ni yo mismo me lo creo…. Las molestias no van a más, gano un poco de confianza y aumento ligeramente el ritmo al paso por el 23. Pero ahora es el otro gemelo (para algo tenemos dos) el que empieza a quejarse muy en serio. Porque ya había tenido una rotura de fibras hace años y sé lo que duele, que si no, juraría que me había vuelto a pasar. Sufriendo más de lo deseable (y aconsejable) me planto en el 30, ahora ya no puedo parar. ¡Qué error! Medio cojeando, el pulsómetro me va marcando 4:30 por km, lo que me hace pensar que a pesar de lejos de mi ritmo planeado, no voy tan mal y que el dolor se puede aguantar….En el 36, el dolor es insoportable, pero me hago pensar que ahora ya es psicológico. Que es debido a los km y al desgaste, que ya nos duele a todos por igual, y que ahora ya, parar, deja de ser una opción. Llego al estadio y doy toda la vuelta con otro “pobre” que lleva el mismo ritmo lento que yo…..Entro en meta soplando, y enseguida me doy cuenta que no es el desgaste. Apenas puedo andar y me cuesta un horror llegar a las duchas. Ya no importa, he acabado dos de dos y el tiempo ya no me parece tan importante. Ahora en frío, tengo claro que en esas condiciones no merece la pena acabar, que habrá más ocasiones.

Tras unos días, y tumbado de nuevo en la sala de los milagros de Iker, escuchamos el parte de guerra y analizamos las causas de la debacle: Probablemente me pasé de kms las últimas semanas y me provocó una pequeña sobrecarga en el gemelo izquierdo. Al sentir los primeros cosquilleos el día de la carrera, inconscientemente traté de protegerlo y cambié de pisada. Esto provocó que el derecho no soportase tanta presión, se hinchó y se salió de su “bolsa”. Todavía tengo una inflamación que hace que esa pierna se parezca un poco –solo un poco- a la de Djamolidine Abdoujaparov, incluso con un pequeño hematoma por la parte anterior. Sorprendetemente, la izquierda está bien.

Una semana después todavía no he corrido, pero ya no tengo molestias, así que habrá que volver a calzarse las albarcas y volver poco a poco al tajo. A pesar de volver a decir que nunca jamás, Iker con sus palabras –no sólo tiene manos mágicas- me ha vuelto a llenar de confianza. ¡Qué se prepare Nueva York! Que todavía no está todo dicho….

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